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India,2004.

Memorias, relato de las propias experiencias: confesiones. Otras palabras similares: confusión, concesión, conexión, confección, concisión, contusión, concusión, confesor, convecino, confeso, confesa, confesar, concesivo, confeti, concesiva.

jueves, 10 de abril de 2008

La imperfección de tener hijos.

(cap.1)

Desde que era pequeña he sido entrenada socialmente para ser mamá. Me lo pintaron como algo maravilloso y que cuando pasara, mi plenitud no tendría límites.
Aún así, no recuerdo que eso viviera en casa ni en ningún otro lugar. Vale que mi abuela se empeñaba en que todos creyeran que esto es una verdad absoluta. Nunca la ví descansar, nunca cesó de atender a las necesidades de otros y olvidar las propias. El único gustito que se daba y eso porque lo justifica la Institución Familiar fue ir a misa.
Cada quién.
Amigas y amigos, la perfección de tener hijos es FALSA y justo en su imperfección está el encanto. Ninguna experiencia requiere de tanta capacidad de adaptación y ninguna experiencia social demanda tantos "comme il faut". A veces tener hijos nos convierte en parte de un rebaño que corre de la estimulación temprana a las noches blancas de la culpa que produce cuestionarnos "si seremos buenos padres" y a veces nos convierte en héroes sociales (véase: madres solteras, madres trabajadoras, mártires, adultos responsables y una laaarga lista de etcéteras)
Sin embargo, tener hijos nos lleva a descubrir sin lugar a dudas de qué material estamos hechos.
Personalmente creo que tener hijos no implica plenitud, sino el descubrimiento de los vacíos que hay en uno mismo que luego hay que llenar si queremos lograr que ellos lo logren. Los hijos son vampiros disfrazados de esperanza. Somos nosotros mismos reflejando nuestro anhelo de volver a la infancia y por esto es también ineludiblemente una oportunidad y una dulce manera de dejarse el pellejo viviendo.


La imperfección de tener hijos (cap 2).

Pasa lenta la tarde, arrastra sus minutos y los estira, me ata con ellos del otro lado de la puerta de la casa. No puedo salir. Mi hija está enferma, tiene un violentísimo bicho atacante de la garganta y los oídos. Y yo, de vacaciones.
Mientras cavilo y me pierdo en recuerdos que me esfuerzo en encontrar entretenidos una vocecita imperiosa y resuelta grita:
- Mamaaaa!!
Yo: Quéee!!
Ella: Veeenn!
Yo me paro y voy hacia la recámara de la cual han salido sonidos de programa infantil desde hace 3 días:
Yo: ¿Qué pasó corazón?
Ella: Cierra la ventana por que se están metiendo moscos que no se ven..
Me quedo perpleja pero cierro la ventana.
Al rato
Ella: Mamáaaaaaa!
Yo: Euuu!
Ella: Veeennn!
Voy
Ella: quiero un guyur de tomar
Yo: ok, orita te lo traigo.
Voy a la cocina y saco el yogurt del refri.
Ella: pero yo lo quiero abriiir!
Regreso a la recámara, agito el yogurt y en un gesto automático le quito el plastiquito de la tapa.
Ella: Noooooooooooo!! yo lo quería abriiiir!!
Yo:...
Ella empieza a llorar y luego a gritar: Yo lo quería abriiiir, yo lo quería abriiiir!
Me quedo viéndola por unos segundos y salgo de la habitación esperando que de esa forma ella se tranquilice.
Me siento en la barra de la cocina y enciendo un cigarro, ella sigue llorando, llora, gruñe patalea. Está realmente furiosa.
Apago el cigarro y me asomo a la recámara. La niña pega con los puños cerrados sobre la cama y pega alaridos de impotencia y desesperación. Entro.
Yo: ya mi amor, no pasa nada...se me olvidó que lo querías abrir...¿me perdonas?
Ella: (llanto entrecortado) no sé..
Yo: Estás muy enojada?
Ella asiente sin mirarme.
Yo: bueno, cuando quieras verme me dices ok?
Ella: si
Salgo
Ella sigue llorando durante 15 minutos más, yo no entiendo bien lo que está pasando. Mi entrenamiento humanista me dicta esperar a que ella exprese su necesidad, yo no puedo cortar su descarga de coraje, pero tampoco me puedo responsabilizar por su enojo.
Al cabo de un rato regreso y le prometo dejarla comer palomitas, ir a la tienda y buscarle otro yogurt ...

En este momento ella come palomitas encantada de la vida y yo escribo estas líneas.

Xiomara.

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